CUARESMA PARA EL CAMBIO RADICAL: LA CONVERSIÓN
Querido Antiguo Alumno:
Esta vez te propongo una reflexión sobre un tema que conoces de sobra, pero te ofrezco unos matices que estoy seguro leerás con agrado y te pueden iluminar y hacer mucho bien.
Cuenta el Santo Padre Benedicto XVI que a la beata Madre Teresa de Calcuta le preguntaron una vez cuál sería, según ella, lo primero que se debería cambiar en la Iglesia. Su respuesta fue muy sencilla y muy directa y concreta: «usted y yo».
Este episodio, sigue el Papa, pone de relieve dos cosas: por un lado, la Madre Teresa quiere decir a su interlocutor que la Iglesia no son sólo los demás, la jerarquía, el Papa y los obispos; la Iglesia somos todos nosotros, los bautizados. Por otro lado, cree efectivamente que hay motivo para un cambio y que existe esa necesidad. Cada cristiano y la comunidad de los creyentes estamos llamados a una conversión continua.
Pero la palabra conversión tiene un significado muy profundo: no es el arreglo de un desconchado o una pintura de la fachada, es un cambio radical en el seguimiento de Jesús, que tiene que ser el centro de mi vida, mi modelo, la persona con la que más trato, de la que más me fío, a la que más quiero y busco.
Sólo cuando emprenda este camino con empeño estaré en la senda de la verdadera conversión: con Jesús tengo necesidad de estar, de hablar, de acompañarle, de recibirle, de imitarle y sobre todo de parecerme a él, que «pasó haciendo el bien». (Hch 10, 38). Mira qué programa expresado en sólo cuatro palabras: pasar haciendo el bien. ¡Nada más… y nada menos!
Leía en estos días una entrevista a un joven inmigrante de color que se expresaba así: «Cuando estás enamorado, siempre quieres ver a la otra persona.
Cuando yo tengo dudas o preocupaciones, lo primero que hago es ponerme de rodillas para llamar a mi Padre Dios y hablarle con mi corazón. No tengo apenas nada, pero quien me da fuerza y alegría es Dios».
Y me quedé pensando: «¡Qué reflexión más sencilla y más profunda!¡Me quito el sombrero ante este joven inmigrante, como cualquier “negrito” del semáforo, que es capaz de expresarse y comportarse como un enamorado de Jesús, sin haber estudiado tantas teologías como yo!»
Ese es el reto, amigo Antiguo Alumno, y ese el camino que nos debe seguir entusiasmando a todos especialmente en este importante tiempo de Cuaresma.
Francisco Alegría, SDB
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